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El Sol Se Paró

Prof. Liliana Giannelli

PLANOS DEL DISCURSO

Estos chicos, los tres hermanos, nunca querían irse a dormir si el abuelo no les contaba un cuento. Les digo la verdad: un solo cuento no les alcanzaba, siempre pedían otro más. Por suerte al abuelo le gustaba mucho contar historias. Escuchen, ahí está contando una:

y dice la historia que las damas regalaban sus joyas para colaborar con el ejército del Libertador San Martín.

Pero abuelo eso lo dimos en la escuela. Contanos otra historia que no conozcamos.

Bueno, déjenme pensar. A ver Conozco una historia muy muy antigua de la nación israelita. Ellos también estaban luchando por la libertad de su tierra y tuvieron que enfrentarse con unos fieros enemigos. Quiero decir feroces, muy malvados. Se llamaban "los amorreos". Pero ¿qué hora es? ¿No deberían estar durmiendo ya, chicos?

No, no, no. Mamá dijo que apaguemos la luz a las diez. Y todavía son las nueve. ¿Ves que ahora termina el noticiero? Así que contanos, abuelo. ¿Cómo dijiste que se llamaban los enemigos?

Amorreos. Y eran terribles y malvados. Resulta que se acercaba el anochecer y todavía no había terminado la batalla. Los israelitas querían seguir peleando hasta que sus enemigos se dieran por vencidos y se retiraran del lugar.

Abuelo, si se hacía de noche, podían usar esos rayos infrarrojos que sirven para ver en la oscuridad.

Pero en aquel tiempo no existían esas armas. Lo único que tenían eran sus espadas. Y entonces Pero no nos olvidemos de la hora de dormir.

No, abuelo, todavía es temprano. Seguí contando.

Bien. Ahora van a ver qué pasó. Se levantó el jefe de los israelitas que se llamaba Josué y gritó con una poderosa voz: "¡Sol, deténte!" Y el sol se detuvo. Así los soldados siguieron luchando.

Entonces el día se hizo más largo, abuelo.

Se hizo como dos horas más largo y al fin los enemigos se rindieron y salieron huyendo. Entonces los israelitas recogieron el botín y prepararon una gran fiesta para celebrar la victoria. Pero basta por hoy, porque seguro que ya pasaron las diez. A ver, miremos en el televisor.

Uy, mirá, abuelo, está terminando el noticiero.

No puede ser, hace rato vimos que estaba terminando el noticiero. ¿Habrá durado más tiempo hoy? Veamos el reloj.

Las nueve.

Chicos, hace rato eran las nueve. Preguntemos la hora por teléfono. A ver Dice que son las nueve, chicos. No entiendo.

Entonces contános otro cuento. Dale, abuelo.

Chicos, ¿ustedes pueden creer que el abuelo contó tres cuentos más y seguían siendo las nueve? ¿Piensan que se les habían parado todos los relojes de la casa? Pero miren que pedían la hora por teléfono y también les daban las nueve. Y el noticiero estaba terminando y no terminaba de terminar.

PLANOS DEL DISCURSO

En el plano más profundo de ficción encontramos la historia hebrea acerca de Josué que se desarrolla dentro de un mundo propio y cuyo narrador es un abuelo. En otro plano el abuelo está dialogando con sus nietos y sorprendiéndose de que´no pasa la hora. En un tercer plano se encuentra un narrador a quien podríamos identificar con el autor, hablando al público lector.

Si quisiéramos explicar en qué consiste el valor estético de este cuento, podríamos referirnos a que un hecho o fenómeno que primeramente ocurre en un plano del discurso, se traslada a otro plano e incide sobre él. Recuerden que el día se prolongó en Israel mientras se desarrollaba una batalla, y luego también se prolonga el día en que el abuelo cuenta historias a sus nietos.

 

 

 



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