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Discurso oral del maestro

Hace a la disciplina y a la autodisciplina

EL DISCURSO ORAL DEL MAESTRO Prof. Liliana Giannelli

(Este material está incompleto. Se completará trabajando en clase)

No un mundo perfecto pero sí un mundo posible

El mundo es un lugar terrible para vivir. Basta con ver un solo noticiero. El fraude y la violencia están a la orden del día. Cuando una persona o una nación logran concentrar poder en sus manos, generalmente, abusan de los demás. Los derechos humanos representan sólo un bonito discurso y una lucha de los que están sufriendo. La televisión y los medios masivos en general muestran continuamente el caos.

Cómo es que, a pesar de todo, hay personas como nosotros que todavía tienen ganas de estudiar una carrera, de trabajar, de progresar. Cómo es que tenemos ánimo y esperanza de alcanzar algún bienestar. Eso se debe a que cuando éramos niños pequeños, los adultos se encargaron de hacer, para nosotros, un espacio medianamente ordenado dentro del caos. Cómo lo hicieron. Ellos nos decían:

  • Es hora de tomar el desayuno.
  • Ahora tenemos que ir al Jardín.
  • El almuerzo está listo.
  • Ya empiezan los dibujos animados.
  • A bañarse y a dormir, para que mañana podamos levantarnos tempranito.

De esta manera, mamá y papá elaboraron para nosotros un rutina que le daba rumbo, sentido, a nuestra vida. Una rutina que, al abrir los ojos cada día, nos permitía saber de antemano lo que nos iba a suceder. Esta rutina nos transmitió serenidad. Pero además nuestros mayores se ocuparon de ponernos límites. Por ejemplo:

  • Qué bolsa grande de caramelos te regalaron. Pero no comas todos de una vez porque eso le va a hacer muy mal a tus dientes. Te dejo cinco caramelos para que comas ahora y te guardo los demás para mañana.

Así crecimos contenidos, resguardados, confiados. Y si un día nos asaltó una muy mala noticia como la muerte de los abuelos, la grave enfermedad de un hermanito o la separación de nuestros padres, sobrevivimos al impacto, por tener un adulto maduro que seguía de pie a nuestro lado, enseñándonos que hay tiempo de llorar y tiempo de encontrar consuelo. (¡Ay de los chicos de la calle y los chicos de la guerra, que carecen de este soporte social y afectivo!)

Cuando el niño llega a la edad escolar, también la escuela debe ocuparse de hacer ese andamiaje conductual para el alumno, que sigue siendo muy joven y aún no tiene armas como para afrontar el caos de este mundo. Los maestros cumplen esta tarea de crear y conservar dentro del aula un clima de orden para favorecer el aprendizaje. A los docentes se nos pide actuar, no como termómetro del mundo, ni como espejo de la televisión, sino como termostato, como alternativa. Para realizar esta tarea el maestro cuenta con su madurez emocional y su discurso oral.

Nuestra labor

Sabemos bien que en el aula abundan los problemas de indisciplina. Y esto ocurre tanto en escuelas de zonas marginales como en establecimientos céntricos, tanto en instituciones públicas como privadas. Es obvio que no se puede colocar un cartel en la puerta que indique al caos del mundo "No pasar". Por lo tanto no debemos sorprendernos de que nuestra labor como maestros consista principalmente en restablecer un clima de orden y respeto en la clase. Restablecer, reparar, reconstruir, reunir, reconciliar, reubicar, recuperar, etc. Tal es el objetivo del discurso oral del maestro.

Ese prefijo re- está íntimamente ligado a la búsqueda de alternativas. Así que si un alumno se porta muy mal, la solución no es expulsarlo de la escuela, ni sacarlo del aula, ni dirigirnos a los demás ignorándolo a él, ni agrediéndolo para hacerle probar un poco de su propia medicina. El diploma de maestro nos fue otorgado para que nos ocupemos de buscar la forma de reconciliarlo con el orden de la clase. Cómo se hace esto.

Elaborando nuestro discurso oral

  1. Las palabras van de la mano de las actitudes. La palabra orden en los labios del maestro va de la mano con un portafolios ordenado, una carpeta de actividades legible, una clase organizada previamente. La palabra diálogo se lleva bien con clases participativas. La palabra compañero es coherente con un maestro que tiene paciencia, que habla de frente, que muestra benevolencia. ¿Y la palabra enseñar? .

    Advertencia: No vaya a ser que los maestros estemos pidiendo de los alumnos lo que no somos capaces de dar.

  2. La palabra como medio de regulación social.
  3. La palabra oral se combina con los materiales didácticos.
  4. ¿Repetir o no repetir?
  5. El vocabulario preciso.

La disciplina en el alumno es un hábito y toma tiempo, pero toma mucho menos si los docentes trabajamos conscientemente.

El discurso oral no es un hábito sino una praxis, por lo tanto no sólo toma tiempo sino también trabajo consciente.



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