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TEXTO EXPOSITIVO - Descubrir la progresión temática.
Cómo Nacen Los Bebés
La ciencia dice que la mujer produce un óvulo por mes dentro de su aparato reporductor, mientras el hombre,
cada vez que efectúa el coito, deposita millones de espermatozoides que navegan hacia el encuentro del óvulo, pero éste debe
elegir un solo espermatozoide con el cual se fusionará para dar origen a un embrión, que en las semanas siguientes se desarrollará
hasta ser un feto y nacer como un bebé.
El óvulo es quien elige. ¡Qué gran libertad significa para el óvulo poder elegir entre millones de espermatozides
diferentes que se encuentran todos a disposición de la celula femenina! Pero esos millones de espermatozoides han sido producidos
por un mismo aparato sexual masculino. ¡Qué gran restricción significa para el óvulo tener que elegir entre las células de
un único hombre entre todos los hombres que alguna vez habitaron el mundo!
La elección que el óvulo efectúa dentro de las posibilidades ofrecidas por ese único hombre tiene grandes
implicancias. En el momento en que el óvulo le dice "sí" a uno de los espermatozoides, está definiendo la fórmula genética
que acompañará a ese nuevo ser durante todos los años que viva, dándole un sexo determinado, ojos azules, cabello negro, propensión
al cáncer, invulnerabilidad a la tuberculosis, también un temperamento que marcará su conducta y que incidirá en las múltiples
elecciones que se le presentarán a esa persona durante, tal vez, 90 años.
Con qué criterios realiza el óvulo su trascendente decisión. No lo sabemos. ¿Será que el óvulo se fusiona
con cualquier espermatozoide? ¿Se trata de un accidente, de una casualidad? La ciencia cree menos en las casualidades y más
en las causalidades pero aún no sabe cuál o cuáles son las causas de tal elección. Sí podemos apreciar las consecuencias de
la elección, en materia de salud, de estética, de competencia física, intelectual, artística, de interacción social, de mayor
o menor ajuste emocional, etc.
Esas consecuencias dan mucho que pensar a los científicos. Entre ellos, figuran los psicólogos, quienes enseñan
que todo lo que le sucede a una persona en su vida, deriva de las decisiones tomadas por ella misma. Es decir que cada uno
es "arquitecto de su propio destino" en palabras de Amado Nervo. Así, si decido moverme rápidamente a riesgo de tropezar y
caer, a nadie podré culpar de mis tropezones y lastimaduras, porque fue mi decisión. Este tipo de decisión está atada a mi
temperamento, y mi temperamento está arraigado en mi fórmula genética que es el resultado directo de la elección del óvulo.
Aunque no podemos olvidar que dicha elección estuvo restringida a los espermatozoides de un único hombre Y hay que admitir
también que la elección de ese hombre no estuvo a cargo del óvulo en cuestión, sino que fue prerrogativa de otro óvulo, anterior
en la cadena de generaciones humanas.
Al fin, ¿no es "el hombre y su medio", como dicen las Ciencias Sociales y las Ciencias Naturales? El medio
restringe al hombre. Pero el hombre modifica al medio. De modo que ambos quedan encerrados en un círculo. Ambos son a la vez,
causa y efecto. Circularidad muy del gusto de Borges, que deja a nuestro cuento sin moraleja.
TEXTO NARRATIVO - Descubrir el tiempo eje, las retrospecciones y proyecciones
Ovulina y Espermato
Ésta es la historia de dos seres presuntuosos que desde el microcosmos creen gobernar el universo entero.
Ovulina acaba de nacer y su cálido y rosado gineceo está confortablemente preparado para satisfacer hasta
el último de sus deseos. Bueno, digamos hasta el penúltimo, porque Ovulina está sola y, puesto que por miles y millones de
segundos no ha sucedido nada nuevo en su vida, ya se empieza a aburrir.
Pero ahora han empezado a llegar efluvios que anticipan un gran acontecimiento. Efectivamente, Espermato
nada en ese mar rosa como si fuera un delfín. Es imposible que Ovulina no lo note, aunque a cualquiera pudiera parecerle igual
a los millones de congéneres que nadan junto a él.
Como en las mejores novelas románticas, Ovulina y Espermato viven la maravillosa experiencia de fundir sus
vidas en una sola carne, y crecen, crecen desmesuradamente, hasta que ya no pueden llamarse a sí mismos, habitantes del microcosmos.
Son uno, pero tan grande, que ha llegado el momento de nacer.
El trance fue difícil, pero una vez ambientado al cosmos, el bebé se deleita en probar su extraordinaria
aptitud para desplazarse, aprehender, conocer y elegir. Ya se identifica con su nuevo nombre de Persona y está listo para
sojuzgar la tierra.
Algunos intentos le salen muy bien, algunas estupendas ideas que se la han ocurrido, parecen dictadas por
alguien o por algunos que vivieran en su interior. Pero, ¡ay!, también le toca gustar el fracaso, la frustración. Y no sólo
una vez. ¿Por qué será que vuelve a equivocarse en lo mismo, una y otra vez? Pareciera no poder escapar a ciertos condicionamientos
que, curiosamente, tienen el mismo timbre de voz de aquéllos que otras veces le dictan tan buenas ideas.
Ni Ovulina, ni Espermato, ni bebé, ni Persona han aprendido que son pura materia y puro tiempo y que nunca
serán nada más, a menos que...ese soplo...esa luz...Porque Persona ha escuchado hablar de Dios que mantiene el equlibrio entre
el micro y el macrocosmos. Y ha oído la doctrina que afirma Su Poder, Su Santidad y Su habitación Eterna. Persona tiene por
delante una nueva elección: creer o no creer. ¿Le podrán susurrar algo las voces interiores? La doctrina dice que el que cree
tiene vida eterna.
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